martes, 20 de mayo de 2014

Predicación

5º Domingo de Pascua – 18 de Mayo de 2014

Leer: Juan 14:1-14: Yo soy el camino, la verdad y la vida…

¿Qué significa estar turbado? Se trata de alguien que ha sido alterado o conmovido; se puede hablar también de alguien que ha sido sorprendido o aturdido; y también, alguien que ha sido interrumpido de su estado natural.
Esa es la realidad contextual de los discípulos en este pasaje del Evangelio de Juan. Jesús comienza diciéndoles: “no se turben, creen en Dios, crean también en mí”.
El pasaje forma parte del discurso de Jesús luego de su última cena. El maestro ya les lavó los pies a sus discípulos y les acaba de anunciar que uno de ellos lo va a traicionar (Jn 13:21). También le acaba de decir a Pedro (quizás delante del resto de los discípulos) que lo va a negar tres veces.
El orden normal de las cosas ya se ha visto totalmente modificado. Reina un estado de incertidumbre y de intranquilidad. Absolutamente ninguno de los presentes se siente bien o cómodo. Por el contrario, todos están turbados, todos están angustiados.
En medio de este sentir (miedo, angustia, asombro, desesperanza) Jesús recuerda la necesidad de creer en él como se cree en Dios. Jesús promete que va a preparar un lugar en la casa de su Padre y que vendrá a buscar a los suyos. Jesús dice también que saben(mos) a dónde va, a lo que Tomás contesta que no lo saben, como tampoco saben el camino. Jesús responde con la afirmación: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí”.
Entonces, un primer contexto es el grupo de discípulos y seguidores de Jesús desorientados ante las recientes afirmaciones que les han “movido el piso”.
Un segundo posible contexto, es la comunidad joánica que enfrenta distintas situaciones adversas, a las que el evangelista, intenta responder con palabras de Jesús. Son palabras que invitan a la fe y al seguimiento del Maestro, que ya saben, no ha muerto, sino que ha resucitado.
Un tercer y último contexto es el nuestro hoy, nuestra realidad presente. La realidad desde la que nosotros y nosotras nos acercamos a este texto. En Mayo de 2014 Jesús nos dice “no se turben, creen en Dios, crean también en mí”, “yo soy el camino, la verdad y la vida”.
En esta oportunidad vamos a detenernos en nuestra reflexión en esta última afirmación de Jesús que busca responder a la pregunta de Tomás.
Sabemos que Juan, el evangelista, utiliza términos con más de un sentido (polisemia), lo que enriquece la posibilidad de significados e interpretaciones de sus textos. Este caso no es la excepción.
1. Jesús es el camino.
- Con esta imagen podemos pensar que creer en él es estar en un determinado lugar, el camino, en donde no estamos quietos sino en continuo movimiento. Podemos avanzar e ir hacia delante, o podemos retroceder (cuando cometemos errores). Pero siempre en el camino. Cuando uno detiene la marcha se queda al costado del camino.
- Cuando hablamos de camino podemos pensar en un recorrido que tiene un punto de partida y un punto de llegada. En este sentido Jesús parece decir que por él llegamos a Dios. Es como un camino ascendente, en dirección a Dios.
- Algunos teólogos, en este sentido, prefieren ver el sentido inverso. Jesús también es el camino por el que el Padre se hace ser humano llegando a la humanidad. En esta visión no se trata de un camino ascendente hacia Dios, sino descendente de Dios hacia nosotros/as para nuestra salvación.
- En último lugar vale mencionar que para el pueblo de Israel, el camino de Dios era el cumplimiento de sus mandamientos y preceptos. Por ejemplo, cuando Salomón le pide a Dios sabiduría para gobernar, Dios le dice: “si andas en mis caminos, guardando mis preceptos y mis mandamientos… yo alargaré tus días” (1 Reyes 3:14). En este caso el camino es Jesús, no el cumplimiento de la Ley. O en todo caso, la imitación del ministerio y la puesta práctica de las enseñanzas del Maestro.
2. Jesús es la verdad.
- Esta afirmación de Jesús pone al descubierto que todo aquello que no responde a sus enseñanzas ni a sus prácticas, no es verdadero, en el sentido de que no es la auténtica voluntad de Dios. Las doctrinas o acciones que se oponen al ministerio y enseñanza de Jesús están extremadamente cerca del engaño, la destrucción, la muerte, la maldad y la mentira. Como dice un comentarista bíblico: “La Palabra anunciada y testimoniada por Jesús, que es la Palabra del Padre, se convierte en criterio de verdad” (servicio bíblico latinoamericano). Jesús es la verdad.
3. Jesús es la vida.
Aquí, en la misma línea, Jesús es la vida en oposición a todo aquello que limita o cercena la vida. Como leíamos el domingo pasado: “yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia”. Esa vida abundante se logra creyendo en él. “No se turbe vuestro corazón, creen en Dios, crean en mí”. De esta manera, aquél o aquella que cree en él, se transforma (o se debe transformar) en alguien que busca vivir plenamente

Si no somos creyentes, si no hemos respondido a la invitación de Jesús en el Evangelio de creer en él, esta es nuestra oportunidad. Jesús nos dice, en medio de las dificultades y temores propios de nuestro tiempo: “cree en mí”, “no estás solo”, “dejame ser parte de tu vida”, “agarrate de mi mano”, “voy a estar siempre para vos”.
Si somos creyentes, si ya hemos respondido a la invitación del Evangelio de creer en Jesús, -el camino, la verdad y la vida- de alguna manera tenemos que lograr humanamente y desde nuestro lugar algunas cosas:
- Tenemos que lograr estar en el camino, no salirnos de él, ni cometer el error de detenernos en nuestro caminar, porque de esa manera, nos ponemos al margen del camino. Cuando uno se relaja demasiado en el camino termina en la banquina. Los cristianos muchas veces cometemos el error de detenernos en nuestro caminar. No vamos ni venimos. Debemos volver al camino y estar en movimiento.
- Tenemos que tener como criterio de verdad para analizar nuestras acciones, nuestras decisiones, el trabajo de nuestra iglesia, el testimonio que damos, los comentarios que hacemos a diario, las enseñanzas y acciones de Jesús a lo largo de su vida y ministerio.
- Finalmente, tenemos que lograr ser proclamadores de la vida. Ser personas que luchamos a favor de la vida de aquellos/as que nos rodean. Ser promotores y facilitadores de la vida plena anunciada en y por Jesús.
Que el Señor nos bendiga, Amén.

P. Maximiliano A. Heusser

Córdoba, Argentina. 

martes, 13 de mayo de 2014

Predicación



4° Domingo de Pascua – 11 de Mayo de 2014
Leer: 1 Pedro 2:19-25 – Juan 10:1-10.

En nuestra reflexión nos detendremos sobre estos dos pasajes, que si bien tocan temas diferentes, nos van a ayudar a pensar sobre quiénes y cómo deben servir en la Iglesia, sobre la vida abundante que nos vino a traer (Juan), como así también, nuestra manera de enfrentar las situaciones adversas (1 Pedro).

Para acercarnos al texto del EvJn tenemos que ver qué sucede inmediatamente antes, esto nos va a ayudar a conocer el contexto en el que Jesús puede haber pronunciado estas enseñanzas. El evangelista presenta la sanación del ciego de nacimiento y todo el revuelo que se arma por la misma, como así también, la referencia a los fariseos, quienes por creer que “ven”, permanecen en pecado. De esta manera, el pasaje de hoy tiene que ver con este episodio anterior, y puede ser la reflexión del mismo Jesús sobre lo sucedido.

La primera parte del texto (1:1-6) es lo que se llama una alegoría. Es decir, un relato que utiliza escenas de la vida cotidiana, en la que los distintos personajes u objetos, pueden ser identificados con otras personas. Es necesario mencionar que no se trata de una parábola, porque en estas siempre suelen haber elementos paradojales, cosas que resultan más asombrosas o sin sentido. El mensaje de la parábola trabajará en la mayoría de los casos con esa paradoja. En el caso de la alegoría, nuestro texto, es lo que se llama una presentación “termino a término”. Tal personaje o elemento puede ser tal otro, y así sucesivamente.

Jesús afirma que hay quien entra al redil por la puerta porque el portero le abre (el buen pastor), pero hay quienes entran saltando por otra parte (ladrones). Se dice que al pastor, las ovejas lo escuchan y las puede sacar del redil una por una, cada una por su nombre. Una vez que las sacó, va delante de ellas guiándolas. Éstas lo siguen porque conocen su voz.
Por el contrario, al que entra saltando los muros, no lo van a seguir, sino que se escaparán de él, porque no conocen su voz. Juan nos dice que “ellos no entendieron lo que les quería decir”. Entonces Jesús se puso a explicarles la alegoría (10:7-10).
Jesús les dijo claramente “yo soy la puerta de las ovejas” y los que vinieron antes de mí son los ladrones y por eso las ovejas no los oyeron. Jesús insiste: yo soy la puerta, el que por mí entre se salvará, entrará y saldrá y encontrará pastos (sustento – vida - salvación). En cambio, los otros, los ladrones, vienen a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia.

Se desprende de la explicación de Jesús que a él la gente lo escucha porque no es ladrón y porque lo conocen. Es más, él también los conoce, tanto que puede llamarlos uno a uno por su nombre. Él es el medio (la puerta) que hay que utilizar para llegar a la salvación. El que escucha su voz y responde a su llamado, entra y sale, y puede encontrar pastos (sustento – vida - salvación). Es más, puede acceder a una vida abundante. Es decir una vida vivida con plenitud. Una vida plena en todos los sentidos posibles e imaginables. De esta vida plena surge también la promesa de la vida eterna.
-      Es importante destacar que en medio de tantas situaciones que vivimos como sociedad en las que no se defiende la vida, lo que Jesús anuncia en este pasaje es que vino a traer vida en abundancia.
-      En medio de tantos y tantas que quieren limitar las vidas de sus semejantes, para que terminen siendo iguales a ellos mismos, Jesús anuncia la bendición de poder vivir plenamente la vida que Dios nos regala.
-      En medio de tantos hermanos y hermanas creyentes, que debido a sus miedos y prejuicios, condenan ciertas maneras de vivir, Jesús anuncia la bendición de poder vivir plenamente la vida que Dios nos regala.
-      En medio de tantos modelos enaltecidos e ideales construidos siguiendo cualquier cosa, menos la Palabra de Dios, Jesús anuncia la bendición de poder vivir plenamente la vida que Dios nos regala.  
-      En medio de tantas situaciones en las que se denigra la vida de nuestros semejantes, por ser negros, por ser mujeres, por ser obesos, por no estar “a la moda”, o por lo que sea, Jesús anuncia la bendición de poder vivir plenamente la vida que Dios nos regala.

Jesús no se encarga de aclarar quiénes son los ladrones que se trepan las paredes para robar, matar y destruir. Este es un ejercicio que tenían que hacer sus oyentes y que tenemos que hacer también nosotros el día de hoy. Algunos comentaristas creen que podrían entrar aquí los falsos mesías que se levantaban regularmente en ese tiempo. Por otro lado, el pasaje anterior (la sanación del ciego de nacimiento y su enfrentamiento con los fariseos) nos ayuda a pensar de quiénes se puede tratar también. Y en tercer lugar, la lista que acabamos de hacer de quienes atentan, queriendo o sin querer, con la vida abundante que Jesús vino a traer.
En principio son personas a las que Dios no ha enviado para eso, son personas que terminan sin cuidar ni guiar a nadie, son personas que terminan –muchas veces- haciendo daño, o incluso, causando destrucción y muerte. Son personas que no buscan ni quieren que otros/as vivan sus vidas plenamente, como Jesús sí lo quiso y nos consta en el Evangelio de hoy.

Respecto de la segunda lectura (1 Pedro), podemos decir que a primera vista es un texto difícil. Es difícil porque es muy probable que no nos guste lo que leemos. Repasemos qué dice… En una lectura superficial Pedro pareciera decir: soporte cada uno lo que le toque, porque más soportó Jesús. Es como que de alguna manera, Pedro justificara situaciones de opresión, porque Jesús soportó mucho. Es por este motivo que debemos hacer lecturas profundas y analizar los textos bíblicos teniendo en cuenta el contexto total del Evangelio.

En la carta se hace mención de, por lo menos, tres diferentes tipos de opresión y sufrimiento injusto: el sufrimiento de los esclavos por sus amos (2:18), el sufrimiento de las mujeres por sus maridos (3:1ss), y el sufrimiento del pueblo por sus gobernantes (2:13ss).
Afirma el teólogo Samuel Almada: “Estas tres situaciones reflejan condiciones concretas del contexto social, político y cultural de la época, y dan pie para presentar una ética de defensa frente al sufrimiento padecido injustamente; este es el tema central de la sección y uno de los ejes principales de toda la epístola”.
Vale decir que nuestras Biblias traducen la palabra griega járis por aprobación o aprobado en los vs. 19 y 20. Esta palabra significa literalmente “gracia”. Por lo tanto no es que sufriendo injustamente encontramos la aprobación de Dios, donde pareciera que Dios quiere que suframos, sino que en el sufrimiento injusto, el autor afirma que recibimos la gracia de Dios. Es un detalle que cambia totalmente el sentido del pasaje y de toda la carta. No vamos a recibir la gracia de Dios si nos castigan porque hemos hecho algo malo, y el castigo es consecuencia de nuestros actos. Pero sí vamos a recibir gracia de Dios, si sin hacer nada malo, nos castigan injustamente. De esta manera, la carta da aliento, confianza y esperanza a las personas o comunidades que estaban atravesando situaciones de opresión e injusticia.

De esta manera, tenemos que tener presente que Dios en Jesús vino para que tengamos vida abundante, para que podamos vivir plenamente la vida que Dios nos regala, para que confiemos en la promesa de la vida eterna. La carta de Pedro nos muestra, justamente, la esperanza y la confianza que tenemos que tener cuando enfrentamos situaciones difíciles o injustas. En esos momentos de dificultad y de padecimiento recibimos la gracia de Dios.

Quiera Dios que podamos disfrutar y vivir plenamente la vida que Jesús anuncia como regalo de Dios. Quiera Dios también, que no cercenemos ni limitemos la vida que Dios les regala a nuestro prójimo, causando destrucción y muerte, sino que seamos proclamadores y facilitadores de la vida abundante. Por último, quiera Dios que si nos toca atravesar momentos en donde nos sintamos sometidos o maltratados, podamos recordar que esa no es la voluntad de Dios y que recibiremos la bendición revolucionaria de su gracia. Que así sea, Amén.

P. Maximiliano A. Heusser
Córdoba, Argentina.

martes, 29 de abril de 2014

Predicación

Domingo 27 de Abril de 2014 – Culto del Pacto
Leer: Juan 20:19-31
P. Maximiliano A. Heusser

El Culto del Pacto fue instituído por Juan Wesley, fundador del movimiento metodista, allá en el año 1755. Wesley lo hizo porque creía que, por lo menos una vez al año, debíamos volver a comprometernos con Dios de una manera especial y profunda.

Hace un par de años una maestra del Jardín de Infantes “Arco Iris” de la Iglesia Metodista en Temperley, nos había invitado a la confirmación de sus votos matrimoniales, cumpliendo recién diez años de casados. Su argumento fue que habiendo tantos matrimonios que se separan, había que festejar la decisión de seguir juntos.

El Culto del Pacto para Wesley tiene que ver un poco con esto. Con la necesidad de confirmar o renovar la elección que hemos hecho. Y si nunca lo hemos hecho, será significativa la decisión que tomemos, en cuanto a nuestra relación con el Señor.

Entremos en el texto del Evangelio de Juan que nos ayudará a reflexionar en este sentido. Tenemos que recordar que en lo inmediatamente anterior, es María Magdalena, quien muy temprano va al sepulcro y ve la piedra corrida. Ella rápidamente informa esto a Pedro y a Juan, quienes corriendo llegan y ven lo mismo. Pedro entra primero y ve el sudario y las vendas y después entra Juan. Ellos no terminan de entender lo que estaba pasando. Jesús se le aparece a María Magdalena y le pide que les cuente a los demás que lo ha visto.

Juan nos dice que sobre el final de ese mismo día, los discípulos estaban encerrados. María les ha contado que habló con él, pero ellos mucho no le creen: “Habla cosas de locos, dice que lo vio”.

Es en medio de ese clima que Jesús se aparece ante ellos y todos lo pueden ver (salvo Tomás). Jesús les desea la paz y les muestra las heridas de la cruz en sus manos y costado. Les dice que como Dios lo envía a él, Él los envía a ellos. Sopla sobre ellos para que reciban el Espíritu Santo. Les da poder, el mismo poder que él tuvo para perdonar y sanar personas.

Conocemos y acabamos de leer el resto del pasaje. Cuando vuelve Tomás, todos le cuentan lo sucedido (como hizo primero María Magdalena) y él no cree, dice que si no ve y toca, no va a creer. Jesús se toma ocho días y vuelve a aparecer en medio de sus discípulos que siguen juntos y con las puertas cerradas. Les vuelve a desear Paz y le pide a Tomás que compruebe, que toque. Y allí la bienaventuranza para aquellos que sin ver creemos en Él. Juan, el evangelista, nos aclara que Jesús hizo más cosas resucitado pero que estas se escribieron para que podamos creer, y creyendo tengamos vida en su nombre.

Cuando leía este pasaje pensaba en lo compleja que es la resurrección. Además de ser el hecho más asombroso del NT, es algo que a sus propios discípulos les cuesta trabajo creer. Lo cuenta primero María Magdalena y mucho no le creen, no hay mucho cambio en el grupo... Se lo cuentan todos a Tomás cuando Jesús se les aparece a ellos, Tomás no cree y el grupo sigue junto y con las puertas cerradas... Finalmente ellos y Tomás creyeron, y es recién ahí, como sabemos, que comienzan a haber cambios...

El hecho de la resurrección, en cuanto el “si” de Dios al proyecto vivido y sostenido por Jesús en sus enseñanzas y ministerio es un hecho complejo, porque nos debemos dejar afectar por él. Debemos dejarnos afectar por el Jesús resucitado. Y recién ahí podremos vivir los cambios necesarios en nuestra vida...

Hace poco escuchaba a un especialista en neurología que hablaba del funcionamiento del cerebro en cuanto a la memoria. Afirmaba que uno no recuerda cualquier cosa, suele recordar mucho más aquellas cosas que tienen un valor afectivo, una carga emocional. Aquellas cosas que fueron significativas.

Históricamente los cristianos afirmamos una y otra vez la resurrección del Señor. No sólo como un hecho histórico, sino mucho mejor, como un momento significativo y cargado emocionalmente para la vida de la cristiandad. Por esto nadie olvida la resurrección... Porque es un hecho que afectó la vida de los discípulos y afecta de la misma manera nuestra propia vida, si es que se lo permitimos...

Decíamos el domingo pasado que la cruz vacía, la cruz que nos recuerda la resurrección del Señor, era una pregunta que se levantaba en el aire. Es una pregunta que hoy vamos a intentar responder. No es una pregunta sencilla, es una pregunta importante, de esas que uno tiene que meditar, de esas que uno piensa mucho...

Si no me equivoco, la madre de Einstein, cuando éste volvía de la escuela, no le preguntaba qué había aprendido, sino qué había preguntado. De ahí que este gran pensador hablara siempre de la importancia de hacer y hacerse preguntas.

Sigue en pie la pregunta que nos hace la cruz vacía de la resurrección: ¿Me seguís?

Un comentarista bíblico explica: “No nos dice [Juan] el evangelista que los discípulos “no creyeran” en el Resucitado; con excepción de Tomás, todos lo habían visto y creían en él; pero una cosa es creer y otra abrirse a las implicaciones que tiene la fe, y ese es el proceso que le toma a la comunidad de discípulos un buen tiempo, tiempo por demás en el que Jesús, con toda paciencia y comprensión, está ahí cercano, acompañando, animando y ayudando a madurar la fe de cada discípulo”.

Se trata entonces de poder pasar del creer liviano al creer comprometido. El creer liviano puede ser aquél que piensa que hay algo más allá. Aquél que está de acuerdo en que una mente superior debe haber creado todo el mundo y el universo. El creer liviano es aquél que puede venir a la Iglesia pero no es movilizado por el Evangelio. Es el famoso o famosa “calienta bancos”.

Si los discípulos no se hubieran dejado afectar por la resurrección, sus vidas nunca hubieran cambiado tanto. Si los discípulos no hubieran respondido con sus vidas al Jesús resucitado, hoy no habría ninguna iglesia cristiana. Y además, nadie sabría que un tal Jesús Nazareno murió en una cruz en el Gólgota, ni sabría por qué murió, ni lo que hizo y enseñó en su vida.

En este Culto del Pacto que celebramos hoy, nos toca a nosotros y nosotras decidir si vamos a dejarnos afectar por el Jesús resucitado o nos vamos a quedar “en el molde”, como se suele decir…

Es Jesucristo resucitado quien nos invita a sumarnos a su proyecto. Es Jesucristo quien nos invita a sumarnos en la búsqueda de su Reino en medio nuestro. Y esto no de palabra nada más, sino que debe ser respondido con nuestra vida. Como dijo el comentarista, “abrirnos a las implicaciones que tiene la fe”.

Quiero terminar con este poema del Obispo (e) Federico Pagura: “Solitario”. Luego tendremos unos minutos para orar en silencio, pensando a qué nos comprometemos en este Pacto con nuestro Señor.



Si supieras
Cuánto te ama el que te ha creado,
Que jamás te ha abandonado,
Que jamás te dejará.
Si supieras
Cuánto sufre por tu ausencia,
Cómo aguarda con paciencia
Que lo vuelvas a encontrar,

No andarías
Arrastrando por el mundo
Ese gesto iracundo que no oculta tu dolor
No andarías
Consumiendo tu existencia,
La sagrada y rica herencia
Que la vida te entregó.
Hallarías lo que tanto añora tu alma,
la alegría de vivir,
la paz del perdón.

¡Solitario!
No te escondas en la masa,
No te pierdas en el ruido
Y el sopor de la ciudad
No te olvides
¡Aturdido!
Rompe al fin tu indiferencia,
Deja que entre a tu conciencia
Un rayito de verdad.

 ¡Solitario!
No te des al abandono
Ni te engañes con razones
Que no son la realidad.
¡Descreído!
Morirás de pena y frío
En la cárcel de tu hastío
Si no aprendes a confiar.

Si supieras
Que esa cruz que cuelga al pecho
De tu cuerpo ya deshecho
De rodar y de rodar,
No es adorno
Ni fetiche ni amuleto
Sino clave de un secreto
Que te puede libertar.

¡Contémplala!
Son dos brazos que te invitan,
Es Dios mismo que te cita
Al refugio de su hogar.
No le aflojes,
Sacudí tu altanería,
Que ante Dios no es cobardía
Nuestro orgullo doblegar.
No te olvides
Que la vida se nos pasa
Y con ella la ocasión
De un nuevo empezar.

sábado, 8 de marzo de 2014

Predicación

Mensaje
1º Domingo de Cuaresma – 09 de Marzo 2014

Leer:
Génesis 3:1-7: La serpiente invita a los seres humanos a desobedecer a Dios.
Romanos 5:12-19: Así que como por la trasgresión de uno, Adán, vino el pecado y la condenación, por Jesucristo vino la justicia y la gracia de Dios.
Mateo 4:1-11: El ayuno de cuarenta días de Jesús en el desierto, luego, las tentaciones.

Hoy es el primer domingo del tiempo de Cuaresma. Este tiempo en donde acompañamos a Jesús en su camino hacia su pasión, muerte y resurrección. Es mirando su ministerio y cómo cumple la voluntad de su Padre que debemos analizar y examinar nuestro propio discipulado.

Los textos que acabamos de compartir nos hacen reflexionar sobre la tentación y el pecado. Por un lado, la tentación de los primeros seres humanos (Génesis) y las tentaciones de Jesús antes de comenzar su ministerio (Mateo), y por otro lado, cómo por esa tentación originaria aparece el pecado en el mundo (Romanos).

Vamos a comenzar refiriéndonos al relato del Génesis. Esta es una historia muy conocida por todas las personas que viven en culturas judeocristianas o musulmanas. Si ustedes tuvieran que decir qué tipo de texto es, ¿Qué dirían? ¿Es un relato histórico? ¿Es un relato novelado? ¿De qué se trata? …

Como gran parte de los relatos contenidos en los primeros 11 capítulos del libro de Génesis, se tratan de relatos mitológicos. Pero el mito ¿es una mentira?, NO! Los relatos mitológicos son construcciones que personas creyentes como nosotros/as realizaron bajo la guía del Espíritu Santo, para explicar desde la fe el principio de algo, el origen de algo que antes no existía.

De esta manera, el relato de Génesis desarrolla la desobediencia a Dios del ser humano (varón y mujer). Aprovecho para aclarar que digo “varón y mujer”, porque en el relato son ambos quienes desobedecen. La Iglesia se encargó por mucho tiempo de poner una carga más negativa en Eva que en Adán, poniéndola casi a la par de la serpiente. En ese entendimiento Adán era la víctima de Eva y la serpiente. Vale decir, que ambos deciden comer del fruto prohibido, ambos desobedecen y ambos enfrentarán las consecuencias de sus actos.

Este texto nos quiere explicar que desde un principio al ser humano le cuesta hacer la voluntad de Dios. Dios marca un camino y el ser humano, nosotros y nosotras, buscamos recorrer otros.

Por otro lado, el texto de Romanos trabaja con el antagonismo de dos figuras. Adán es la figura de la transgresión y la desobediencia (por ende, del pecado) y Jesucristo es la figura de la obediencia, de la justicia y la gracia salvadora de Dios. Por uno (Adán) vino lo malo, por otro (Jesucristo) vino lo bueno. Es de destacar que Pablo, que ha realizado tantas afirmaciones un tanto discutibles respecto de las mujeres, no mencione a Eva en la alusión al la desobediencia originaria.

Finalmente, el texto del Evangelio nos relata que luego del bautismo, Jesús es llevado al desierto por el Espíritu Santo para ser tentado por el diablo.
Jesús enfrenta 40 días en el desierto, de la misma manera que el pueblo de Israel enfrentó 40 años en el desierto, luego de la salida de Egipto.
El pueblo de Israel cayó en la tentación en reiteradas oportunidades en ese tiempo.
Jesús vence cada una de las tentaciones que enfrenta.

1. La primera tentación tiene que ver con el hambre que le ha producido el tiempo de ayuno. El tentador le dice que si “es el Hijo de Dios” (como se escuchó en su reciente bautismo) convierta las piedras en pan. Jesús responde con una cita del Deuteronomio.
Jesús no hace cosas espectaculares para probar su condición de Hijo de Dios, y mucho menos, para servirse él mismo. Jesús no pone a Dios al servicio de su propio interés, como nosotros pretendemos hacer tantas veces (“Dios máquina”).

2. En la segunda tentación el diablo lo lleva al pináculo del Templo y le dice que si es el Hijo de Dios se tire, porque dice “la Palabra” que mandará sus ángeles cerca de ti. El diablo usa el argumento de la respuesta de Jesús a la primera tentación. Esta tentación está en la línea de lo que la gente y los fariseos le pedirían más tarde a Jesús. Es decir, que muestre quién es haciendo señales del cielo (Mt. 16.1). Esto nos pasa a nosotros/as. Muchas veces queremos que Dios haga algo milagroso para que otros crean. Justamente por esto, Jesús no se tiró del Templo. La bienaventuranza es para el que cree sin ver.

3. La tercera tentación tiene que ver con el poder y la gloria personal. El diablo le ofrece todos los reinos del mundo, si postrado, lo adora. Jesús le responde que sólo a Dios se adora y se sirve. Nosotros, sirviendo, muchas veces terminamos buscando reconocimiento personal, halagos, palmadas en la espalda y felicitaciones. A veces sin darnos cuenta, otras dándonos cuenta. El poder también es algo que en la Iglesia está presente. A veces lo usamos visiblemente y de forma correcta. Otras veces lo usamos de mala manera y mucho más disimuladamente, para que no se nos vea. Cayendo así en la tentación del poder…

Jesús resiste y vence cada una de las tentaciones que tienen que ver con quién es, con el poder que tiene y con qué misión tiene que llevar adelante.

Si en el tiempo de Cuaresma reflexionamos sobre nuestro propio discipulado a la luz del ministerio de Jesús, hoy nos toca reflexionar sobre las tentaciones que enfrentamos en nuestro caminar. Como dijimos, pueden ser tentaciones similares a las de Jesús. Así deberemos enfrentar y superar:
- La tentación de querer poner a Dios a nuestro propio interés (Dios máquina).
- La tentación de pedirle a Dios que haga milagros para que otros crean (sin fe).
- La tentación del reconocimiento, de la gloria personal, de usar el poder según nuestros propios deseos.

Hoy en política se habla bastante de proyecto. El oficialismo habla de “proyecto nacional y popular”. Al margen de la política partidaria, un proyecto de país son los lineamientos y los criterios que fundamentan y sostienen la gestión, las políticas que se llevan adelante, las decisiones que se toman, la utilización de fondos, etc. Estos lineamientos y criterios fundamentales serán la columna vertebral.
Creo que con esto tienen que ver los textos de hoy. Los pasajes nos animan a pensar en el proyecto. ¿En qué proyecto? ¡En el proyecto de Dios!

Adán y Eva, en el relato mitológico de Génesis, no logran vencer la tentación y contradicen (simbólicamente) el proyecto de Dios. Dios quería que vivieran de una determinada manera y actúan en contra. No permanecen alineados en el proyecto ideado por su Padre Dios.

Las tentaciones que enfrenta Jesús (de la mano de opositor) son las mismas. Es tentado a no seguir el proyecto salvífico de Dios y hacer lo que se le de la gana y como se le de la gana.

Miramos nuestro discipulado viendo y reflexionando cuántas veces decidimos abandonar el proyecto de Dios para nuestra vida, haciendo lo que se nos da la gana. Miramos la vida y misión de nuestra Iglesia viendo y reflexionando cuántas veces nos ponemos al margen del proyecto salvífico de Dios, haciendo poco o no haciendo nada.

Jesús vence las tentaciones porque tiene clarísimo qué es lo que Dios espera de él y cuál es el proyecto de su Padre.

Nosotros también tenemos que tener claridad sobre lo que entendemos que Dios espera de nosotros y sobre cuál es su proyecto. Como comunidad de fe, también deberemos “poner las barbas en remojo” y alinearnos nuevamente con el proyecto salvífico de Dios.

Cada grupo (persona) de la Iglesia deberá reflexionar sobre el proyecto salvífico de Dios.

¿Lo estoy cumpliendo? ¿Estoy alineado? ¿Estoy trabajando para eso? ¿Busco permanentemente hacer lo que entiendo que es la voluntad de Dios?

Fíjense algunos de los lineamientos de trabajo que nos han propuesto desde el año pasado el Obispo y la Junta General.

* Ser congregaciones amorosas, contenedoras, inclusivas y sanadoras.

* Ser congregaciones que hacen nuevos discípulos y discípulas.

* Ser congregaciones abiertas a los cambios y movimientos que se producen en la gran parroquia donde estamos insertos.

* Ser congregaciones proféticas, que se sumen con otros espacios sociales a la búsqueda de una sociedad más justa e igualitaria.

Quiera Dios que en este tiempo de Cuaresma, realmente podamos buscar alinearnos con el proyecto salvífico y liberador de nuestro Dios, para marcar la diferencia en el lugar en el que estemos.

Que el Señor nos bendiga! Amén. 

P. Maximiliano A. Heusser
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