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Domingo de Pascua – 18 de Mayo de 2014
Leer: Juan 14:1-14: Yo soy el
camino, la verdad y la vida…
¿Qué significa estar turbado? Se trata de alguien que ha sido
alterado o conmovido; se puede hablar también de alguien que ha sido
sorprendido o aturdido; y también, alguien que ha sido interrumpido de su
estado natural.
Esa es la realidad contextual de los discípulos en este pasaje del
Evangelio de Juan. Jesús comienza diciéndoles: “no se turben, creen en Dios,
crean también en mí”.
El pasaje forma parte del discurso de Jesús luego de su última
cena. El maestro ya les lavó los pies a sus discípulos y les acaba de anunciar
que uno de ellos lo va a traicionar (Jn 13:21). También le acaba de decir a
Pedro (quizás delante del resto de los discípulos) que lo va a negar tres
veces.
El orden normal de las cosas ya se ha visto totalmente modificado.
Reina un estado de incertidumbre y de intranquilidad. Absolutamente ninguno de
los presentes se siente bien o cómodo. Por el contrario, todos están turbados, todos
están angustiados.
En medio de este sentir (miedo, angustia, asombro, desesperanza)
Jesús recuerda la necesidad de creer en él como se cree en Dios. Jesús promete
que va a preparar un lugar en la casa de su Padre y que vendrá a buscar a los
suyos. Jesús dice también que saben(mos) a dónde va, a lo que Tomás contesta
que no lo saben, como tampoco saben el camino. Jesús responde con la
afirmación: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino
por mí”.
Entonces, un primer contexto es el grupo de discípulos y seguidores
de Jesús desorientados ante las recientes afirmaciones que les han “movido el
piso”.
Un segundo posible contexto, es la comunidad joánica que enfrenta
distintas situaciones adversas, a las que el evangelista, intenta responder con
palabras de Jesús. Son palabras que invitan a la fe y al seguimiento del
Maestro, que ya saben, no ha muerto, sino que ha resucitado.
Un tercer y último contexto es el nuestro hoy, nuestra realidad
presente. La realidad desde la que nosotros y nosotras nos acercamos a este
texto. En Mayo de 2014 Jesús nos dice “no se turben, creen en Dios, crean
también en mí”, “yo soy el camino, la verdad y la vida”.
En esta oportunidad vamos a detenernos en nuestra reflexión en esta
última afirmación de Jesús que busca responder a la pregunta de Tomás.
Sabemos que Juan, el evangelista, utiliza términos con más de un
sentido (polisemia), lo que enriquece la posibilidad de significados e
interpretaciones de sus textos. Este caso no es la excepción.
1. Jesús es el camino.
- Con esta imagen podemos pensar que creer en él es estar en un
determinado lugar, el camino, en donde no estamos quietos sino en continuo
movimiento. Podemos avanzar e ir hacia delante, o podemos retroceder (cuando
cometemos errores). Pero siempre en el camino. Cuando uno detiene la marcha se
queda al costado del camino.
- Cuando hablamos de camino podemos pensar en un recorrido que
tiene un punto de partida y un punto de llegada. En este sentido Jesús parece
decir que por él llegamos a Dios. Es como un camino ascendente, en dirección a
Dios.
- Algunos teólogos, en este sentido, prefieren ver el sentido
inverso. Jesús también es el camino por el que el Padre se hace ser humano
llegando a la humanidad. En esta visión no se trata de un camino ascendente
hacia Dios, sino descendente de Dios hacia nosotros/as para nuestra salvación.
- En último lugar vale mencionar que para el pueblo de Israel, el
camino de Dios era el cumplimiento de sus mandamientos y preceptos. Por
ejemplo, cuando Salomón le pide a Dios sabiduría para gobernar, Dios le dice:
“si andas en mis caminos, guardando mis preceptos y mis mandamientos… yo
alargaré tus días” (1 Reyes 3:14). En este caso el camino es Jesús, no el
cumplimiento de la Ley. O en todo caso, la imitación del ministerio y la puesta
práctica de las enseñanzas del Maestro.
2. Jesús es la verdad.
- Esta afirmación de Jesús pone al descubierto que todo aquello que
no responde a sus enseñanzas ni a sus prácticas, no es verdadero, en el sentido
de que no es la auténtica voluntad de Dios. Las doctrinas o acciones que se
oponen al ministerio y enseñanza de Jesús están extremadamente cerca del
engaño, la destrucción, la muerte, la maldad y la mentira. Como dice un
comentarista bíblico: “La Palabra anunciada y testimoniada por Jesús, que es la
Palabra del Padre, se convierte en criterio de verdad” (servicio bíblico
latinoamericano). Jesús es la verdad.
3. Jesús es la vida.
Aquí, en la misma línea, Jesús es la vida en oposición a todo
aquello que limita o cercena la vida. Como leíamos el domingo pasado: “yo he
venido para que tengan vida y vida en abundancia”. Esa vida abundante se logra
creyendo en él. “No se turbe vuestro corazón, creen en Dios, crean en mí”. De
esta manera, aquél o aquella que cree en él, se transforma (o se debe
transformar) en alguien que busca vivir plenamente
Si no somos creyentes, si no hemos respondido a la invitación de
Jesús en el Evangelio de creer en él, esta es nuestra oportunidad. Jesús nos
dice, en medio de las dificultades y temores propios de nuestro tiempo: “cree
en mí”, “no estás solo”, “dejame ser parte de tu vida”, “agarrate de mi mano”,
“voy a estar siempre para vos”.
Si somos creyentes, si ya hemos respondido a la invitación del
Evangelio de creer en Jesús, -el camino, la verdad y la vida- de alguna manera
tenemos que lograr humanamente y desde nuestro lugar algunas cosas:
- Tenemos que lograr estar en el camino, no salirnos de él, ni
cometer el error de detenernos en nuestro caminar, porque de esa manera, nos
ponemos al margen del camino. Cuando uno se relaja demasiado en el camino
termina en la banquina. Los cristianos muchas veces cometemos el error de
detenernos en nuestro caminar. No vamos ni venimos. Debemos volver al camino y
estar en movimiento.
- Tenemos que tener como criterio de verdad para analizar nuestras
acciones, nuestras decisiones, el trabajo de nuestra iglesia, el testimonio que
damos, los comentarios que hacemos a diario, las enseñanzas y acciones de Jesús
a lo largo de su vida y ministerio.
- Finalmente, tenemos que lograr ser proclamadores de la vida. Ser
personas que luchamos a favor de la vida de aquellos/as que nos rodean. Ser
promotores y facilitadores de la vida plena anunciada en y por Jesús.
Que el Señor nos bendiga, Amén.
P. Maximiliano A.
Heusser
Córdoba, Argentina.