27° Domingo de Pentecostés | Cristo Rey – 20
de Noviembre de 2016
Leer: Jeremías 23:1-6 – Colosenses 1:11-20 – Lucas 23:33-43
¿Qué Cristo es rey?
Este Domingo es
llamado por la tradición de la Iglesia, Domingo de Cristo Rey. Nuestros
hermanos católicos romanos, nos dicen al respecto que “la fiesta de Cristo Rey
fue establecida por la Iglesia en la época del ocaso de las monarquías con
objeto de apoyar a las monarquías y aristocracias, interesadas por la
pervivencia del Ancien Régime, y para oponerse a los nacientes regímenes
republicanos, que representaban los intereses del pueblo, de los pobres, del
liberalismo y de la naciente democracia”[1].
Más allá de este
origen un tanto cuestionable, es interesante que los textos nos hablen de un
rey no muy convencional. A lo largo de los textos del Evangelio de Lucas que
hemos abordado este año, hemos podido ver cómo Jesús ejerce su reinado.
Comienza su ministerio luego del bautismo de Juan (Lc 4:1ss) enfrentando las
tentaciones del diablo. Donde una de ellas es justamente postrarse delante de
él para obtener el poder y la gloria de todos los reinos de la tierra. Jesús no
cae en esta ni en ninguna tentación. Él ejerce su reinado no como los demás reyes,
sino rodeado de pobres, pecadores, mujeres, enfermos, de marginados culturales,
sociales, políticos, morales y religiosos. No se rodea de ricos y sabios de los
que “valdría la pena rodearse”, sino que se rodea de aquellos con quienes “no
vale la pena rodearse”.
Jesús, el anti-rey:
Jesús es una especie
de anti-rey. Porque hace lo que supuestamente no debería hacer. Elige
colaboradores rudos y toscos, que no siguen las costumbres religiosas que otros
judíos respetaban (Lc 6:1ss). Llama al seguimiento a pecadores y traidores a
quienes nadie quería, como Leví (Lc 5:27ss). Conversa en más de una oportunidad
con mujeres en ausencia de sus maridos, padres o hermanos, permitiendo,
incluso, que muchas de ellas sean sus seguidoras (Lc 10:38ss). Se enfrenta
abiertamente con escribas y fariseos, lo que motiva que lo acosen busquen
excusas para ir contra él (Lc 11:37ss). Habla de los ricos y de la necesidad de
no hacerse los ciegos ante la necesidad de los demás, asumiendo
responsablemente el cuidado de quienes menos posibilidades tienen (Lc 16:19ss).
Jesús es una especie de anti-rey. O en otras palabras, el modelo acabado y perfecto
de quien trae a nosotros el Reino de Dios.
Este mundo, representado
por los poderosos y por los garantes del orden y la normalidad, acusa, detiene,
tortura con saña, y crucifica a quien anuncia un reino distinto. Un reino de Paz
que se consigue sin la fuerza y la violencia, un reino de Justicia con equidad,
un reino de Verdad sin lugar para la mentira y el engaño, un reino de Amor sin
condiciones, un reino de Gracia disponible para toda persona que quiera
recibirla.
Los poderosos y los
garantes del orden y la normalidad son, también, quienes se burlan de Jesús
crucificado (Lc 23:35-40). Son los gobernantes, que han podido concretar su
plan para deshacerse de Jesús, quienes se burlan de él. Son los soldados
romanos, último escalón del imperio, quienes también se burlan de Jesús.
Finalmente, también se burla de él, uno de los malhechores. Este no es
poderoso, no es garante del orden y la normalidad. Sin embargo, en su ceguera
piensa de la misma manera que quienes lo han colgado también a él en una cruz
para darle muerte.
El otro malhechor es
el único que parece entender que Jesús es distinto y que no merece lo que le
está sucediendo. Este malhechor, admite merecer la condena que le han impuesto
a él y a su compañero. Algo debe haber escuchado del mensaje de Jesús para
decir lo que dice. Algo le deben haber contado, para que aún estando delante de
Jesús crucificado, le pida que lo recuerde cuando venga en su Reino (Lc 23:42).
Otra vez, quien se
acerca a Jesús es alguien con quien sería mejor no tener contacto alguno. Sin
embargo, Jesús le anuncia sin vueltas: “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc
23:43).
Las preguntas que nos
tenemos que hacer a la luz de este pasaje del Evangelio, nos deben hacer pensar
en los poderes de nuestro mundo, de nuestra sociedad.
¿Qué tipo de poder ejercen los poderosos de nuestros
tiempos?
El pastor Luterano
Daniel Erlander (EE.UU), sostiene que los seres humanos tenemos una tendencia a
ver y a recrear el poder en forma piramidal del tipo faraónico[2]. Arriba ubicamos al faraón,
en el siguiente piso ubicamos a la familia real; en el tercer lugar ubicamos
sus funcionarios y otros personajes importantes, como las fuerzas de seguridad;
en el cuarto lugar encontramos los ciudadanos comunes, granjeros, comerciantes,
artesanos, etc.; para encontrar en el último lugar sólo los esclavos y las
esclavas.
Este sistema
piramidal de poder se sigue ejerciendo en la actualidad. Un sistema de poder
que se basa en la opresión del otro, de la otra, para sostener el poder. Un
sistema de poder que se ha trasladado a todos los ámbitos en los que nos
desempeñamos: al ámbito político, en donde algunos venderían cualquier cosa y
ensuciarían a cualquiera para llegar más lejos; También ha llegado al ámbito empresarial,
donde algunas personas sólo ven números y variables numéricas, sin advertir que
hablan de personas, familias y pueblos enteros; Ha llegado también al ámbito laboral,
donde algunos pisan, maltratan y explotan a sus empleados y empleadas para obtener
mayores ganancias amenazándolos con dejarlos en la calle; Lamentablemente ha
llegado también al ámbito hogareño, donde mayormente los varones ejercemos
poder relegando a las mujeres a un lugar inferior, siempre a nuestro servicio,
robándoles muchas veces, hasta la vida; Finalmente, este sistema de poder ha
llegado a nuestras propias iglesias, en las que muchas veces queremos ejercer
el poder de la misma manera…
Este sistema de poder
es el que el diablo le ofreció a Jesús al comienzo de su ministerio. Este es el
modelo de poder anti-cristiano, que oprime, daña, limita la vida, deshumaniza,
y destruye la creación. Este es el modelo de poder al que no nos debemos
acostumbrar y que debemos combatir desde nuestras propias realidades.
Un malhechor que no puede ver:
Es muy interesante
que el malhechor que insulta a Jesús, sea seguramente víctima del sistema por
el cual su pueblo ha sido conquistado por una potencia extranjera que le ha
robado mediante los altos impuestos, sus tierras, sus casas, y hasta sus propias
familias. Sin embargo, este hombre, quiere que Jesús ejerza el mismo poder que
a él lo arruinó. Quiere que Jesús caiga en la otra tentación que el diablo le
propuso en el desierto: “Escrito está: a sus ángeles mandará acerca de ti, que
te guarden” (Lc 4:10). Por eso dice: Sálvate a ti mismo y a nosotros”.
Un malhechor que ve:
El otro malhechor es
quien siendo víctima también del sistema opresor dominante, se anima a ver en
Jesús crucificado, alguien distinto. Logra ver en Él, quizás por lo que ha escuchado
o visto anteriormente, la posibilidad de vivir en mundo que tenga otro sistema.
Un mundo en el que no haya que oprimir para ser o estar mejor. Un mundo en el
que los poderosos no se sirven de la gente, sino que la sirven. Un mundo donde
las cosas no se consiguen por la fuerza y la violencia, sino con respeto y
fraternidad.
Finalmente, debemos
advertir que Jesús se identifica hasta el último momento de su vida y
ministerio con aquellos que son oprimidos y marginados por quienes detentan el
poder real. Esa es la coherencia de Jesús y la coherencia del Evangelio que
anuncia y que llega a nosotros y nosotras en este día.
¿Con qué poder nos
vamos a identificar? ¿Se habrá filtrado el sistema de poder opresor en nuestras
vidas, en nuestras relaciones? ¿Me voy a identificar con las víctimas actuales
del sistema dominante? ¿O me voy a identificar con los opresores sin poder ver
más allá, como el primer malhechor?
Quiera Dios que
tengamos los ojos bien abiertos y podamos ver en el crucificado al Hijo de
Dios, quien trae a la humanidad Su Reino. Que podamos tener los ojos bien
abiertos para identificar a quienes son víctimas del sistema de poder actual, y
que podamos anunciarles por palabra y por acción una realidad diferente. Que el
Espíritu de Dios nos ayude y nos ilumine, Amén.
Oración:
Amado Dios nuestro,
te reconocemos como soberano de tu Iglesia y también de nuestras vidas.
Ayúdanos mediante tu Espíritu Santo, a que podamos ver que en Cristo reinas
también desde la cruz, en la que te identificas con quienes luchan, con quienes
padecen dolores, con quienes sufren injusticias. Que podamos tener presente
también, que en esa cruz hay salvación disponible para todas las personas que
quieran vivir una vida distinta y mejor. Te lo pedimos en el nombre de Cristo
Jesús, quien vive y reina contigo, Amén.
P. Maximiliano A. Heusser