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Domingo de Pentecostés – 06 de Septiembre de 2015
P.
Maximiliano A. Heusser
Leer:
Salmo 125, Isaías 35:4-7ª, Santiago 2:1-10, (11-13), 14-17, Marcos 7:24-37.
La
primera parte del pasaje del Evangelio de Marcos (Marcos 7:24-29) nos presenta
a Jesús en el extranjero. Jesús está en suelo absolutamente gentil (no judío).
No es el lugar en el que un judío se sentía cómodo, sobre todo, pensando que
los judíos se consideraban muy superiores a cualquier otro pueblo, porque ellos
tenían al Dios verdadero, y los otros pueblos, a dioses paganos.
Jesús
entra en una casa. Asumimos que es gente que ha escuchado, quizás por
viajantes, algo acerca de Jesús y de todo lo que hace. Rápidamente se difunde
su presencia en ese lugar. Una mujer del lugar (sirofenicia), al escuchar de
él, lo va a buscar y se mete en la casa. Allí, postrándose a sus pies, le pide
que eche fuera el demonio que está dentro de su hija.
Jesús
utiliza una imagen fuerte, y bastante dura, para afirmar que primero deben
recibir “el pan” los judíos (los hijos) y después los extranjeros (los perros).
En esta imagen se hace evidente el pensamiento de superioridad que tenían los
judíos con respecto a los demás pueblos.
La
mujer le dice con mucha astucia que aún los perros comen debajo de la mesa las
migas que caen al suelo. De alguna manera, haciéndole entender que ella (y su
hija) pueden recibir aunque sea algo de Él.
Jesús
parece estar de acuerdo con el planteo y le dice que por esta respuesta (esta
palabra) el demonio ha dejado a su hija. La mujer vuelve a su casa y comprueba
que su hija ya está bien.
Resulta
muy interesante -pensando en esta primera parte del pasaje- que Jesús está en
el extranjero y no sólo pasa circunstancialmente por allí, sino que también se
queda en casa de alguien (extranjero?). Seguramente las costumbres son
distintas, las normas son otras, las leyes son diferentes. Jesús acepta
convivir con personas diferentes a cualquier judío.
Aquí
podemos llegar a ver una actitud “abierta” de Jesús hacia los extranjeros. Un
Jesús que se coloca en la misma línea que muchos profetas que plantearon la
idea universal de pueblo de Dios, no limitándose al Israel elegido de Dios,
sino siendo mucho más abarcativos.
Cuando
Jesús comienza a dialogar con la mujer sirofenicia, parece echar por tierra lo
que acabamos de plantear. Compara a los judíos con los hijos y a los
extranjeros con los perros. Una de las expresiones más duras de Jesús en los
Evangelios, y la más dura no dicha a escribas y fariseos. La mujer, con mucha
determinación, insiste. Jesús valora su respuesta y opera el milagro a la
distancia.
La
teóloga argentina Marisa Strizzi, agrupa las diversas interpretaciones sobre
este pasaje que se han dado a lo largo de los años:
1.
Algunos autores sostienen la posibilidad de que Jesús se estuviera haciendo el
gracioso con esta mujer, alivianando así, la gravedad de la respuesta de Jesús,
que dicho sea de paso, fue bastante antipática. Con esta “humorada”, Jesús
prueba la fe de la mujer, y ésta saliendo airosa recibe el favor de Dios para con
su pequeña hija.
2.
Otros autores afirman como posibilidad, que Jesús hiciera uso de sus ventajas
sociales, culturales y religiosas, sobre esta mujer. El varón judío, maestro y
sabio, desestima a una mujer sola, quizás viuda, extranjera y pagana. En esta
posibilidad se valora enormemente la respuesta de la mujer que ubica a Jesús en
su lugar y logra que éste la respete y le conceda la liberación a su hija.
3.
Finalmente, otros autores postulan la posibilidad de que la mujer sirofenicia
fuera rica. De esta manera, justifican la respuesta de Jesús considerando que
siempre prefirió estar rodeado de pobres y marginales y no de gente acomodada y
de buena posición. En esta posibilidad, también es bien valorada la respuesta de
la mujer, que abandona su lugar de privilegio y se inclina ante el único que
cree que le puede sanar a su pequeña hija, aunque sea carpintero, judío y
“pagano” (adoraba a otro Dios, Yahvé).
Con
cualquier interpretación que nos quedemos, debemos advertir que lo que
posibilita la acción liberadora de Jesús, es la insistencia, fe y tozudez de la
mujer sirofenicia. Una mujer que se inclina ante Jesús, reconociendo que sólo
él puede ayudar a su hija. En segundo lugar, lo que debemos advertir es que la
misericordia y la acción salvadora del Dios encarnado, Jesús, sale de los
límites de Israel y llega hasta los completamente distintos, los otros.
Pasando
a la segunda parte del pasaje del Evangelio (Marcos 7:31-37), podemos ubicar a
Jesús en la zona romana. Es también territorio gentil. Allí le traen a un
sordomudo para que lo sane. Debemos señalar que este hombre es traído por
otros. Pueden ser familiares, amigos, vecinos. Se trata de personas que querían
que Jesús obrara un milagro en él. Este grupo de gente le ruega a Jesús que
ponga sus manos sobre él. La imposición de manos era una señal de bendición.
Jesús se lleva a este hombre aparte, le mete los dedos en los oídos, escupe y
toca su lengua. Luego mirando al cielo gime y le dice al hombre: “abrite”. Al
momento nos dice Marcos, se le abrieron los oídos y se le desató la lengua y
hablaba bien.
Jesús
les pide a todos que no cuenten esto y la gente no podía contenerse y lo
contaban a todo el mundo. Por esto decían: “hace todo bien, hace a los sordos oír
y a los mudos hablar”.
Resulta
muy interesante detenernos en las personas que le traen a Jesús este hombre
sordo y tartamudo. Se ve un interés legítimo en cambiar su situación de vida.
Se busca ayudarlo a vivir más plenamente, realmente esperan que Jesús cambie su
situación. Este grupo busca que este hombre acceda a todas las condiciones
necesarias para vivir una vida digna y abundante. Esta debiera ser nuestra
actitud cuando oramos por otros y otras. Deberíamos involucrarnos, movernos,
organizarnos, para cambiar la realidad de alguien, pidiéndole a Dios que en su
misericordia, obre en su vida. Este grupo intercede desde la misma acción que
llevan adelante, buscando que el hombre sea sanado por Jesús.
También
resulta interesante poner nuestra atención en este hombre. Se trata de un
hombre sordo y tartamudo. No escucha y no puede hablar bien.
El
Pastor Guido Bello reflexiona sobre este pasaje sugiriendo entender esta
sanación como metafórica. ¿Quiénes son o somos los sordos? ¿Quiénes son o somos
los que no podemos hablar?
Me
animo a pensar que los sordos hoy, por ejemplo, son los terratenientes que en
el norte argentino y en tantos otros lugares, se han quedado con tierras que no
les pertenecían, no reconociendo que ya había personas en esos campos. Sordos
que no escuchan ni quieren escuchar el clamor del pueblo de la tierra.
Me
animo a pensar que sordos también son aquellos que engañan mujeres en distintos
lugares del país, llevándolas engañadas a otras provincias y obligándolas a
prostituirse perdiendo el contacto con sus familias, viviendo explotadas.
Sordos que no quieren escuchar…
Sordos
también son aquellos que no escuchan el clamor de millares de africanos que
huyen de sus países pidiendo asilo y poder vivir en paz.
Sordos
también son aquellos que en nuestra ciudad no escuchan el reclamo de los
jóvenes que viven en los barrios marginales, que son sistemáticamente detenidos
por la policía de nuestra provincia por “portación de rostro”, escudándose en
el controvertido Código de Faltas. Sordos que no quieren escuchar…
Sordos
son todos los políticos y los funcionarios que en los distintos niveles del
Estado no hacen nada pudiendo hacer mucho por estos reclamos. Sorda es la
Iglesia cuando permanece al margen de los reclamos de su pueblo. Sorda y ciega
la sociedad cuando prefiere no escuchar y mirar para otro lado…
Pero
Jesús sanó la sordera de este hombre, sus oídos le fueron abiertos, y pudo
comenzar a escuchar. Por esto hay Evangelio, buena noticia! Porque Jesús hace
todo bien, hace a los sordos oír y a los mudos hablar (Mc 7:37). Dios puede
hacer que todas estas sorderas y tantas otras sorderas se puedan revertir. Pero
hay que interceder, como los amigos que llevaron a este personaje ante Jesús.
Pero
este personaje que es sanado por Jesús, también pudo hablar, también pudo
expresarse. Y por esto es bueno que pensemos quiénes necesitan hablar hoy,
quiénes necesitan ser escuchados hoy:
Creo
que nuestros pueblos originarios nos siguen hablando y nos enseñan a sostener
una lucha pacífica, justa, con paciencia y esperanza.
Las
mujeres víctimas de Trata de Personas comienzan a tener voz y nos muestran lo
terrible que puede ser el ser humano.
Esta
semana el clamor de los miles de muertos en el Mar Mediterráneo se pudo
escuchar con claridad.
La
voz de los jóvenes cordobeses se escucha desde diferentes lugares, aunque
siempre desde los márgenes, reclamando justicia, libertad e igualdad.
Jesús
se mueve en un territorio que no le es propio. Quizás se siente como “sapo de
otro pozo”. No está rodeado de gente como él, todo lo contrario, está rodeado
de diferentes, de distintos. Pero en ese lugar ajeno, trae vida abundante, hace
el milagro, posibilita la vida digna para esa pequeña niña.
¿Cuál
será el mundo extranjero al que tenemos que animarnos a salir? ¿Quiénes serán
los diferentes a nosotros/as que siguen necesitando del Señor? ¿Cuáles son “los
perros” que necesitan comer las migas que caen de la mesa?
Jesús
abre los oídos del sordo y este puede escuchar. Debemos seguir intercediendo, para
que los sordos comiencen a escuchar, para que aquellos que pretenden no
escuchar a los demás, puedan atenderlos. Y también debemos interceder ante
Dios, para que podamos ayudar a levantar la voz de aquellos sin voz, que tienen
algo para decir, algo para reclamar. Para que no haya más mudos ni personas que
no se puedan expresar.
Quiera
Dios que su Palabra cale honde en nosotros, en su Iglesia, en nuestra sociedad
y en todo el mundo, para que los sordos oigan y los mudos hablen. Que así sea,
Amén.