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Domingo de Pascua – 10 de Mayo de 2015
P.
Maximiliano A. Heusser
Leer:
Hechos 10:44-48 - 1 Juan 5:1-6 - Juan 15:9-17
Un
tema que parece atravesar los textos bíblicos de hoy es el amor. Aparece en el
Evangelio, en la primera carta de Juan, y podríamos decir, que también tiene
que ver con el texto del libro de los Hechos.
Les
propongo que podamos detenernos brevemente en cada uno de estos textos
bíblicos, comenzando por el del Evangelio, luego deteniéndonos en la carta de
Juan y por último reflexionando sobre el pasaje del libro de los Hechos.
1. Juan 15:9-17
Este
pasaje está dentro de la unidad titulada tradicionalmente “Jesús, la vid
verdadera”, texto que compartimos el domingo pasado. Sin embargo, la temática
es un tanto diferente. Mientras el domingo pasado podíamos poner nuestra
atención en nuestra relación con el Padre y nuestra cercanía a Él, el pasaje de
hoy nos anima a pensar en el amor del Padre a Jesús y de Jesús a sus
discípulos/as.
Jesús
afirma ese amor del Padre por él y de él por ellos e invita “permanezcan en mi
amor” (Jn 15:9). Jesús también indica cómo se puede permanecer en ese amor:
“guarden mis mandamientos” (15:10). Y él se pone de ejemplo, porque él guardó
los mandamientos del Padre.
Jesús
sostiene que si se hace esto, su gozo estará en sus discípulos y sus discípulos
estarán plenamente gozosos. El gozo aparece cuando se tiene la seguridad de
estar cumpliendo con el mandamiento de Jesús.
El maestro también aclara cuáles
son los mandamientos que hay que cumplir. Ámense los unos a los otros como yo
los he amado. El amor más grande es poner la vida por los amigos. No se trata,
como podríamos llegar a pensar, en cumplir con los diez mandamientos, Jesús no
está hablando de eso. Está hablando de otra cosa. Está hablando de amarse los
unos a los otros, incluso, poniendo la propia vida a disposición.
Por esto el mandamiento del amor de
Jesús supera los diez mandamientos del AT. Porque yo puedo respetar cada uno de
ellos sin amar a nadie. Yo puedo decirle a alguien “te mataría con mis propias
manos, pero no lo hago”. Así estaría guardando el mandamiento “no matarás”,
pero ¿Tengo amor por el otro, por la otra? No… Jesús propone amar, amar y amar…
Jesús
les dice a sus discípulos/as y a nosotros también, que somos sus amigos si hacemos
lo que Él nos manda. En este punto pareciera que se trata de una amistad
condicionada. Suena hasta infantil decirle a alguien “si hacés lo que yo te
pido, sos mi amigo” (15:14).
En
el siguiente versículo (15:15) se aclara este tema. Jesús dice que no los va a
llamar siervos, porque éstos no saben lo que hace su señor, se limitan a
cumplir órdenes. Hay una distancia entre el siervo y su señor. Lo que Jesús
sostiene es que todo lo que él ha hecho y ha dicho ha permitido que ellos
conozcan a Dios, conozcan lo que “piensa su Señor”. Por eso ahora son amigos,
porque saben cómo viene la mano, conocen cuál es la voluntad de Dios para la
humanidad.
Finalmente,
luego de afirmar que Él los ha elegido a ellos y no ellos a Él, y que quiere
que los frutos de ellos sean buenos y perduren en el tiempo, da la promesa de
que todo lo que se le pida al Padre, Él lo concederá. Y termina diciendo una
vez más: ámense los unos a los otros”.
2. 1 Juan 5:1-6
El
autor de esta carta dice que aquél que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de
Dios. También dice que quien ama al que lo engendró (el Padre), debe amar a las
otras personas que son sus hijos e hijas.
El autor quiere ayudarnos a
descubrir si amamos o no a los demás hijos de Dios, es decir, a cualquier
persona que afirme que Jesús es el Cristo, persona que ha sido hecha hija de
Dios. Esto se puede ver, nos dice, cuando amamos a Dios y guardamos sus
mandamientos.
Aquí
me parece muy necesario recordar lo que dijimos recién sobre los mandamientos
hablando del pasaje del Evangelio. Cumplir los mandamientos de Dios no tiene
que ver con el respeto a las leyes del AT. Cumplir los mandamientos de Dios nos
hace ver mucho más allá de un mero legalismo religioso. Se trata de ser
imitadores de Jesús, quien supo distanciarse del legalismo religioso llegando
con amor a todos y a todas.
Cumplir
con estos mandamientos de Dios no debería ser algo gravoso o costoso para
nosotros. Porque si nacimos de Dios (si creemos que Jesús es el Cristo) podemos
vencer al mundo por medio de nuestra fe. En este sentido, creo vencer al mundo
tiene que ver con superar estereotipos, superar prejuicios, superar nuestras
mezquindades cuando hablamos del amor de Dios.
3. Hechos 10:44-48
Entrando
en el pasaje de los Hechos, debemos decir que Pedro está en la casa de
Cornelio, un militar romano (extranjero y gentil) simpatizante del culto judío,
era un prosélito. En los versículos anteriores, Pedro ha afirmado que entiende
que Dios no hace acepción de personas, sino que se agrada del que le teme y
obra con justicia (Hch 10:34-35). En este sentido, Pedro ha dado un salto
enorme con respecto de muchos de sus compañeros apóstoles judíos. Ha entendido
que Dios no sólo busca a determinadas personas, sino que busca a todos/as.
También ha entendido que no se necesita cumplir con ciertos requisitos para que
Dios acepte a las personas. Dios acepta a todos, vengan de donde vengan, sean
como sean, vivan como vivan, son aceptados/as… Sostiene en Hch 10:25: “Como
ustedes saben, para un judío es muy repugnante juntarse o acercarse a un
extranjero, pero Dios me ha hecho ver que no puedo llamar a nadie gente común o
impura”.
En
el pasaje que leímos hoy, mientras Pedro predicaba acerca de Jesús, se da lo
que algunos llaman el “Pentecostés de los gentiles”. Todos estos extranjeros en
casa de Cornelio a quienes Pedro les estaba predicando acerca de Jesucristo fueron
llenos del Espíritu Santo y hablaban en lenguas y glorificaban a Dios. Y fueron
bautizados en el nombre de Jesús, siendo parte de los primeros cristianos en el
imperio romano.
Esta
actitud abierta de Pedro –en este momento- para con los gentiles extranjeros
fue una osadía. El mismo Pedro va a tener dificultades con otros discípulos
quienes no piensan como él. Pablo, el Apóstol a los gentiles por excelencia,
será quien le pida a Pedro que sostenga su convicción.
De
manera que todos estos apóstoles eran creyentes, todos habían recibido el
Espíritu Santo en aquél Pentecostés en Jerusalén. Pero mientras algunos sentían
que el fluir del Espíritu Santo los animaba a cambiar ciertas estructuras, a
repensar ciertas seguridades, a superar ciertos límites, a saltar barreras, y todo
por amor, había otros discípulos que no lo veían así… sino hasta un tiempo
después.
1.
En este domingo, creo que Dios nos pide respetar los mandamientos de Jesús. En
este caso no se trata simplemente de amar a los demás como a nosotros mismos
(como aparece en los otros evangelios). Dios nos pide amar como Jesús amó, ser
imitadores/as de su amor para con los demás. Nosotros, que conocemos en Jesús
la voluntad de Dios –y esto nos hace sus amigos- debemos ser sus imitadores y
llevar de su amor a todos lados y a todas las personas.
2.
Creo también que Dios nos anima a repensar quiénes son o pueden ser hijos e
hijas de Dios. Conozco gente consagrada que hablando de otras personas
creyentes afirman livianamente: “esas personas no son hijos e hijas de Dios”.
El texto de 1 Juan nos dice que quien cree que Jesús es el Cristo es hijo de
Dios y ha nacido de Él. Dicho de otra manera, todo aquél que confiesa que Jesús
es el Cristo tiene renovada en sí mismo la imagen de Dios. Le guste a quien le
guste, le cueste a quien le cueste…3. Finalmente creo, que en estos tiempos que
vivimos donde desde tantos ámbitos cristianos y evangélicos se discrimina, se
segrega, se excluye a tantos y tantas por ser diferentes, nos toca a nosotros y
nosotras en este tiempo levantar una voz diferente. La voz de Pedro pudo ser
escuchada en su momento y tiempo después la voz de Pablo. Hoy les toca a
ustedes y me toca a mí, dejar que el Espíritu de Dios trabaje en nosotros y nos
anime a dar pasos hacia adelante. Pasos en la búsqueda de fidelidad a Dios,
para que ese amor que Él nos dio sin merecerlo y sin razón, pueda llegar a
tantas personas a las que se les dice que no lo merecen.
El
pastor bautista Martin Luther King, Jr., defensor de los derechos civiles y de
la igualdad entre blancos y negros en los EE.UU., tiene una muy breve reflexión
sobre la toma de posturas que me gustaría compartir para cerrar:
“La cobardía hace la pregunta ¿Es
seguro?
La conveniencia hace la pregunta
¿Es político?
La vanidad hace la pregunta ¿Es
popular?
Pero, la conciencia hace la
pregunta ¿Es correcto?
Y llega el momento en que se debe
tomar una posición que no es segura, ni política, ni popular. Pero se la debe
tomar porque es la correcta”.
Quiera
Dios que la típica frase que ponemos en señaladores, tarjetas, invitaciones y
calcomanías “Dios es amor”, se pueda ver reflejada en nuestra vida y así, más
personas puedan afirmar que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Que así sea.