Mensaje
1º Domingo de Cuaresma – 09 de Marzo 2014
Leer:
Génesis
3:1-7: La serpiente invita a los seres humanos a desobedecer a Dios.
Romanos
5:12-19: Así que como por la trasgresión de uno, Adán, vino el pecado y la
condenación, por Jesucristo vino la justicia y la gracia de Dios.
Mateo
4:1-11: El ayuno de cuarenta días de Jesús en el desierto, luego, las
tentaciones.
Hoy es el primer domingo del tiempo de
Cuaresma. Este tiempo en donde acompañamos a Jesús en su camino hacia su
pasión, muerte y resurrección. Es mirando su ministerio y cómo cumple la
voluntad de su Padre que debemos analizar y examinar nuestro propio
discipulado.
Los textos que acabamos de compartir nos hacen
reflexionar sobre la tentación y el pecado. Por un lado, la tentación de los
primeros seres humanos (Génesis) y las tentaciones de Jesús antes de comenzar
su ministerio (Mateo), y por otro lado, cómo por esa tentación originaria aparece
el pecado en el mundo (Romanos).
Vamos a comenzar refiriéndonos al relato del
Génesis. Esta es una historia muy conocida por todas las personas que viven en
culturas judeocristianas o musulmanas. Si ustedes tuvieran que decir qué tipo
de texto es, ¿Qué dirían? ¿Es un relato histórico? ¿Es un relato novelado? ¿De
qué se trata? …
Como gran parte de los relatos contenidos en
los primeros 11 capítulos del libro de Génesis, se tratan de relatos
mitológicos. Pero el mito ¿es una mentira?, NO! Los relatos mitológicos son
construcciones que personas creyentes como nosotros/as realizaron bajo la guía
del Espíritu Santo, para explicar desde la fe el principio de algo, el origen
de algo que antes no existía.
De esta manera, el relato de Génesis
desarrolla la desobediencia a Dios del ser humano (varón y mujer). Aprovecho
para aclarar que digo “varón y mujer”, porque en el relato son ambos quienes
desobedecen. La Iglesia se encargó por mucho tiempo de poner una carga más
negativa en Eva que en Adán, poniéndola casi a la par de la serpiente. En ese
entendimiento Adán era la víctima de Eva y la serpiente. Vale decir, que ambos
deciden comer del fruto prohibido, ambos desobedecen y ambos enfrentarán las
consecuencias de sus actos.
Este texto nos quiere explicar que desde un
principio al ser humano le cuesta hacer la voluntad de Dios. Dios marca un
camino y el ser humano, nosotros y nosotras, buscamos recorrer otros.
Por otro lado, el texto de Romanos trabaja con
el antagonismo de dos figuras. Adán es la figura de la transgresión y la
desobediencia (por ende, del pecado) y Jesucristo es la figura de la
obediencia, de la justicia y la gracia salvadora de Dios. Por uno (Adán) vino
lo malo, por otro (Jesucristo) vino lo bueno. Es de destacar que Pablo, que ha
realizado tantas afirmaciones un tanto discutibles respecto de las mujeres, no
mencione a Eva en la alusión al la desobediencia originaria.
Finalmente, el texto del Evangelio nos relata
que luego del bautismo, Jesús es llevado al desierto por el Espíritu Santo para
ser tentado por el diablo.
Jesús enfrenta 40 días en el desierto, de la
misma manera que el pueblo de Israel enfrentó 40 años en el desierto, luego de
la salida de Egipto.
El pueblo de Israel cayó en la tentación en
reiteradas oportunidades en ese tiempo.
Jesús vence cada una de las tentaciones que
enfrenta.
1. La primera tentación tiene que ver con el
hambre que le ha producido el tiempo de ayuno. El tentador le dice que si “es
el Hijo de Dios” (como se escuchó en su reciente bautismo) convierta las
piedras en pan. Jesús responde con una cita del Deuteronomio.
Jesús no hace cosas espectaculares para probar
su condición de Hijo de Dios, y mucho menos, para servirse él mismo. Jesús no pone a Dios al servicio de su
propio interés, como nosotros pretendemos hacer tantas veces (“Dios máquina”).
2. En la segunda tentación el diablo lo lleva
al pináculo del Templo y le dice que si es el Hijo de Dios se tire, porque dice
“la Palabra” que mandará sus ángeles cerca de ti. El diablo usa el argumento de
la respuesta de Jesús a la primera tentación. Esta tentación está en la línea
de lo que la gente y los fariseos le pedirían más tarde a Jesús. Es decir, que
muestre quién es haciendo señales del cielo (Mt. 16.1). Esto nos pasa a nosotros/as. Muchas veces queremos que Dios haga algo
milagroso para que otros crean. Justamente por esto, Jesús no se tiró del
Templo. La bienaventuranza es para el que cree sin ver.
3. La tercera tentación tiene que ver con el
poder y la gloria personal. El diablo le ofrece todos los reinos del mundo, si
postrado, lo adora. Jesús le responde que sólo a Dios se adora y se sirve. Nosotros, sirviendo, muchas veces terminamos
buscando reconocimiento personal, halagos, palmadas en la espalda y
felicitaciones. A veces sin darnos cuenta, otras dándonos cuenta. El poder
también es algo que en la Iglesia está presente. A veces lo usamos visiblemente
y de forma correcta. Otras veces lo usamos de mala manera y mucho más
disimuladamente, para que no se nos vea. Cayendo así en la tentación del poder…
Jesús resiste y vence cada una de las
tentaciones que tienen que ver con quién es, con el poder que tiene y con qué
misión tiene que llevar adelante.
Si en el tiempo de Cuaresma reflexionamos
sobre nuestro propio discipulado a la luz del ministerio de Jesús, hoy nos toca
reflexionar sobre las tentaciones que enfrentamos en nuestro caminar. Como
dijimos, pueden ser tentaciones similares a las de Jesús. Así deberemos
enfrentar y superar:
- La tentación de querer poner a Dios a
nuestro propio interés (Dios máquina).
- La tentación de pedirle a Dios que haga
milagros para que otros crean (sin fe).
- La tentación del reconocimiento, de la
gloria personal, de usar el poder según nuestros propios deseos.
Hoy en política se habla bastante de proyecto.
El oficialismo habla de “proyecto nacional y popular”. Al margen de la política
partidaria, un proyecto de país son los lineamientos y los criterios que
fundamentan y sostienen la gestión, las políticas que se llevan adelante, las
decisiones que se toman, la utilización de fondos, etc. Estos lineamientos y
criterios fundamentales serán la columna vertebral.
Creo que con esto tienen que ver los textos de
hoy. Los pasajes nos animan a pensar en el proyecto. ¿En qué proyecto? ¡En el
proyecto de Dios!
Adán y Eva, en el relato mitológico de
Génesis, no logran vencer la tentación y contradicen (simbólicamente) el
proyecto de Dios. Dios quería que vivieran de una determinada manera y actúan
en contra. No permanecen alineados en el proyecto ideado por su Padre Dios.
Las tentaciones que enfrenta Jesús (de la mano
de opositor) son las mismas. Es tentado a no seguir el proyecto salvífico de
Dios y hacer lo que se le de la gana y como se le de la gana.
Miramos nuestro discipulado viendo y
reflexionando cuántas veces decidimos abandonar el proyecto de Dios para
nuestra vida, haciendo lo que se nos da la gana. Miramos la vida y misión de
nuestra Iglesia viendo y reflexionando cuántas veces nos ponemos al margen del
proyecto salvífico de Dios, haciendo poco o no haciendo nada.
Jesús vence las tentaciones porque tiene
clarísimo qué es lo que Dios espera de él y cuál es el proyecto de su Padre.
Nosotros también tenemos que tener claridad sobre
lo que entendemos que Dios espera de nosotros y sobre cuál es su proyecto. Como
comunidad de fe, también deberemos “poner las barbas en remojo” y alinearnos
nuevamente con el proyecto salvífico de Dios.
Cada grupo (persona) de la Iglesia deberá
reflexionar sobre el proyecto salvífico de Dios.
¿Lo estoy cumpliendo? ¿Estoy alineado? ¿Estoy
trabajando para eso? ¿Busco permanentemente hacer lo que entiendo que es la
voluntad de Dios?
Fíjense algunos de los lineamientos de trabajo
que nos han propuesto desde el año pasado el Obispo y la Junta General.
* Ser congregaciones amorosas, contenedoras,
inclusivas y sanadoras.
* Ser congregaciones que hacen nuevos
discípulos y discípulas.
* Ser congregaciones abiertas a los cambios y
movimientos que se producen en la gran parroquia donde estamos insertos.
* Ser congregaciones proféticas, que se sumen
con otros espacios sociales a la búsqueda de una sociedad más justa e
igualitaria.
Quiera Dios que en este tiempo de Cuaresma,
realmente podamos buscar alinearnos con el proyecto salvífico y liberador de
nuestro Dios, para marcar la diferencia en el lugar en el que estemos.
Que el Señor nos bendiga! Amén.
P. Maximiliano A. Heusser