4º de Pascua.
Texto: Juan 10.10-18 y 1ª Juan 3.16
Un amor comprometido y
generoso.
En nuestro
mundo actual, al igual que en los tiempos de Jesús, no siempre era fácil
distinguir lo bueno, de lo que en apariencia también es bueno.
La idea de
Jesús, el rebaño y el corral, tiene las más variadas tradiciones. Quizás sea
bueno recordar que el corral en griego, deriva de una palabra que es “ethos”.
De ahí viene nuestra palabra “ética” hoy día…ese lugar por donde las ovejas se
mueven y en donde Jesús mismo es la puerta de entrada y salida al mismo.
Cualquier intento de saltar las vallas sin usar la puerta de acceso que Jesús
mide y regula, siguiendo con la imagen alegórica sugerida, tendrá riesgos de todo
tipo. Uno de ellos, salir sin más, olvidando que el mismo ejercicio de
movimiento se puede hacer a diario con el resguardo y la mirada atenta del
pastor que ama, cuida y protege a sus ovejas.
Volviendo al
texto tan conocido del buen pastor, saquemos al menos, algunas preguntas que
nos ayuden para madurar nuestra vocación comprometida con el Reino.
Asumir la
tarea como propia (11-13): una vez más, Jesús
asume para si, los rasgos del AT tantas veces mencionados, esta vez como el
Buen Pastor (cf. Jer.23 y Ez.34) que, uno de sus rasgos distintivos es, su
estado de pertenencia al rebaño de ovejas y de éstas, a él.
En
contrapartida, el asalariado, aquel que no es dueño de esas ovejas, no las
considera como suyas, huye y no pone en riesgo su vida.
Esta tarea del
cuidado de Jesús hacia cada uno de nosotros, tiene un elemento que subordina
toda la tarea y la hace posible (leer 1º Juan 3.16). El amor es el elemento
diferenciador de su tarea. Es ese amor que “obedece” al Padre, lo que le da
autoridad sobre los que son suyos…
La vida de fe,
en la comunidad misma, tiene un dato siempre pedagógico y presente. Adueñarnos
de ese amor compartido que es eje de nuestra vida. Aquello que no podemos amar,
tampoco lo podemos sentir como propio. Porque justamente, el amor, al decir de
un poeta cubano: “se adueña, conquista….”
Es este
sentirnos dueños de las tareas encomendadas lo que nos permite tener la pasión
y firmeza necesaria para cada cosa nueva que se presenta. Y hablo de tareas
porque de eso encargado, somos dueños en nuestra responsabilidad frente al
Señor en todo momento.
Siempre es válido preguntarnos, ¿cuáles son las
tareas en tu vida de las cuáles te sentís dueño/a? o lo que sería parecido
preguntar, ¿cuáles aquellas que te apasionan? ¿es la fe algo que te ayuda en
este discernimiento?
Una comunión más allá de nosotros mismos (14-15): parafraseando al teólogo francés, Oscar Cullmann hablando del
articulado doxológico de, “en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu
Santo”, la experiencia nuestra de cada día, hace el camino inverso y
comienza desde la intimidad de un espíritu que nos revela la obra de Cristo y
este a su vez, nos hace conocer al Padre.
Es importante
entender los datos teológicos fuertes y presentes, la fuente de nuestra
comunión esta dada en la comunión del Padre con el hijo en una expresión eterna
en el amor que se refleja en el encarnado. Es esta experiencia de amor filial
que da la razón de entrega del hijo (“doy mi vida por las ovejas”). Si bien
nuestros afectos en la comunidad son más que importantes, y también rectores
del como nos sentimos cada vez que estamos juntos, los mismos solo se pueden
sostener como testimonio del evangelio, desde esta relación antes descripta.
Caso contrario, lo nuestro es un mero voluntarismo que nos acerca más a un club
de buenos amigos que, a una iglesia confesante de Cristo. De qué otro modo
podríamos practicar este amor “entregado” los unos con los otros.
Por ende
siempre es bueno preguntarnos por el alcance de este amor los unos con los
otros en acciones concretas de la comunidad, ¿hasta qué punto perdonamos las acciones de otros/as? ¿Hasta que puntos
somos solidarios y responsables de lo que les va pasando a nuestros hermanos?
Sean o no parte de mis “amigos favoritos” por así decirlo, dentro de la
congregación en la que estoy…
El amor es
obediente, a pesar de… (16-18) la iglesia de
Jesucristo, una vez más, es el punto bisagra en la historia, el punto de
partida para entender donde estamos parados y dónde nuestras lealtades.
Cuando Jesús
habla de reunir a las ovejas de otro redil bajo un solo pastor, esto no se
trata de un proyecto único de iglesia, bajo la autoridad de un fuerte liderazgo
carismático. Esto sería negar la diversidad de dones del “Cuerpo de Cristo”. El
propósito tiene que ver con una sola lealtad, una sola fidelidad que de mayor
profundidad y comprensión a nuestro amor cotidiano y al que expresamos en la
vida comunitaria.
Un amor
obediente a la cruz, como es el caso del sacrificio de Jesús mismo, permite un
reencuentro con el otro distinto, con el impensado, aún más allá de nuestras
fuerzas y voluntades. En este caso, es el amor el punto de superación
permanente que Jesús nos brinda a cada instante.
Por esto
mismo, las comunidades de fe, militantes en ese amor, sincero, leal y fiel a su
pueblo, damos testimonio de la libertad, de la diversidad y la entrega
cotidiana por otros, así como de proyectos que vale la pena seguir cuidando y
defendiendo de salteadores y “ladrones”.
¿Cuáles son esos actos generosos de amor que te
muestran claramente el amor de Cristo en esta comunidad de la que sos parte?
¿Cómo se manifiesta el Buen Pastor que está junto a tu iglesia?
Que Jesús nos
acompañe en esta meditación a lo largo de la semana y que podamos encontrar los
modos de hacer efectivo un amor del cual queremos apropiarnos y brindar a los
demás. Amén.
P. Leonardo D.
Félix
Córdoba, abril
de 2012